ARTÍCULO ESPECIAL
Cómo escribir artículos
científicos fácilmente
T. Albert
Director de formación de Tim Albert Trainig.
Director de formación de Tim Albert Trainig.
Este artículo se ha publicado originalmente en el
New Zealand Journal of Medical Laboratory Science (N Z J Med Lab Sci 2002;
56(1): 6-8) y se ha reproducido en GACETA SANITARIA con el
permiso del editor en nombre del New Zealand Institute of Medical Laboratory
Science (Inc), a quién pertenecen los derechos de autor.
Recibido: 4 de abril de 2002.
Aceptado: 12 de abril de 2002.
Aceptado: 12 de abril de 2002.
Introducción
Una de las cuestiones más sorprendentes acerca de
publicar en revistas científicas biomédicas es que todo el mundo lo considera
algo muy difícil. Y en muchos casos así es. Frecuentemente, se asigna la mayor
parte del trabajo duro a uno de los miembros más jóvenes del equipo, se le dan
un montón de datos y algunas vagas instrucciones, y se le deja que escriba
prácticamente solo. Cuando ha terminado, todos los demás se sienten autorizados
a verter todo tipo de críticas sobre el borrador, desde la mala colocación de
una coma hasta la sugerencia de que se debería volver a escribir completamente
el artículo para otra revista (con mayor factor de impacto, naturalmente). No
es de extrañar que la mayor parte de la gente se rinda sin más: uno de los
aspectos más tristes de los cursos que dirijo es el número de personas que
reconocen tener uno o más trabajos «aparcados»: artículos que fueron escritos,
pero se quedaron atascados y yacen olvidados en el fondo de un cajón.
La intención del presente artículo es poner las
cosas en su sitio: escribir un artículo científico -y conseguir que se
publique- es mucho más fácil de lo que se pueda pensar. Lo que hay que hacer es
abordar todo el proceso de una forma sistemática. Para ello, he propuesto
seguir diez pasos1 , que resumo a continuación.
Primer paso: comprender el juego de la publicación
La capacidad para escribir un artículo científico
sólo se relaciona con la capacidad para escribir otro artículo científico. No
se debe considerar como una medida de la capacidad clínica o científica, la
inteligencia o el valor como ser humano. Los que consiguen publicar son
aquellos que tienen la motivación suficiente (véase «segundo paso») y han
resuelto con éxito todo el resto de pasos necesarios para conseguir publicar.
La clave está en que el objetivo no es escribir un
«buen artículo» (de hecho, existen opiniones muy diversas acerca de lo que es
un buen artículo), sino escribir un artículo que el director de una revista
biomédica quiera publicar. Lógicamente, el artículo debe tener un sólido
fundamento científico, pero hay muchos más artículos sólidos científicamente
que espacio disponible en las revistas. Los elegidos serán aquellos artículos
que los directores o editores de las revistas crean que serán más apreciados
por sus lectores. Por tanto, si se quiere publicar en una determinada revista
se debe descubrir qué es lo que quiere el correspondiente director y satisfacer
esa exigencia.
Dicho de otra forma: se trata básicamente de una
actividad de venta. La tarea consiste en crear un producto (el artículo
científico) y vendérselo al cliente (el director). Una vez que éste lo ha
comprado (publicación) se completa la transacción y se ha resuelto con éxito la
tarea. En otras palabras, se ha ganado la partida.
Segundo paso: decidir si se quiere jugar
La calidad de un artículo científico está
determinada fundamentalmente por el primer autor, es decir, por la persona que
desarrolla en su mayor parte el trabajo de escritura del manuscrito. Por tanto,
si se asume esta posición se debe estar seguro de que se le podrá dedicar todo
el tiempo que sea necesario. Esto significa que tiene que ser algo que
realmente se quiera hacer.
Hay que hacerse dos preguntas esenciales: ¿por qué
se quiere escribir un artículo científico? y ¿en qué revista se quiere
publicar? Hay que pensar bien las respuestas, porque una idea clara de lo que
se quiere hacer y del cómo servirá de estímulo para mantener la motivación. Si
no se encuentran buenas respuestas para estas preguntas, lo mejor es olvidarse
de escribir el artículo y dedicarse a algo más útil (como cuidar de los
pacientes) o más agradable (como leer o pasear).
Tercer paso: definir el mensaje del artículo
Éste es un paso vital que se pasa por alto con
mucha frecuencia. Hay que resistir la tentación de empezar a escribir los
resultados tan pronto estén disponibles. Hay que tomarse antes un tiempo para
pensar: ¿qué significado tienen en realidad los resultados del estudio? Se debe
escribir el mensaje principal del estudio en una sola frase, unas doce palabras
con al menos un verbo. Esto obligará a pensar con claridad, y también servirá
de ayuda para elaborar el artículo partiendo de su núcleo central.
Un mensaje que el autor considere interesante no es
suficiente: ¿lo considerará el director de la revista elegida lo bastante
interesante también como para publicarlo? Aquí se debe tomar una decisión
basada en la evidencia: habrá que buscar revistas que hayan publicado sobre ese
tema (lo que resulta bastante fácil con una búsqueda automatizada) y tratar de
identificar las revistas que tengan un interés evidente en el tema. Por
ejemplo, revistas que hayan publicado recientemente un trabajo al final del
cual se plantee la pregunta que nuestros datos están en condiciones de responder.
Por último, hay que decidir quiénes serán los
coautores y ponerse de acuerdo con ellos -preferiblemente por escrito- no sólo
en cuanto al mensaje y a la revista que se pretende, sino también sobre la
programación del tiempo. Esto será de gran ayuda más adelante, cuando los
coautores empiecen a sugerir que se empiece el trabajo de nuevo, con otro
planteamiento y para otra revista.
Cuarto paso: decidir la información a presentar
Uno de los mayores problemas cuando se escribe no
es qué decir sino qué se debe omitir. Muchos científicos son partidarios del
«método de la baraja»2 : se recogen todos los datos y se barajan en
pantalla hasta que se consigue darles la forma de un artículo.
Hay otro método, que consiste en escribir el
mensaje del artículo (tercer paso) en el centro de una hoja grande de papel.
Este mensaje se va rodeando con las preguntas y respuestas necesarias para
apoyarlo. Este proceso se conoce como la «técnica del plano mental»3
. Es muy útil para elegir lo que se tiene que decir y lo que puede ser omitido.
Quinto paso: fijar la estructura del manuscrito
Escribir es una actividad lineal. Por tanto, es
necesario fijar una determinada estructura para el manuscrito. En primer lugar,
se debe consultar la revista en la que se desea publicar y analizar la
estructura que tienen los artículos existentes. Hay que fijarse, en particular,
en las diferentes secciones. En los artículos originales, generalmente, serán
cuatro: Introducción (¿por qué lo hizo?), Métodos (¿qué hizo?), Resultados
(¿qué encontró?) y Discusión (¿qué significado tiene todo ello?). Es
conveniente observar cuántos párrafos tiene aproximadamente cada sección (una
estructura habitual es dos párrafos en la Introducción, siete en Métodos, siete
en Resultados y seis en Discusión1 ).
Hay que comprobar si aparecen frases clave (p. ej.,
al final de la Introducción y al comienzo de la Discusión). La primera frase de
la Introducción suele ser un «minicompendio» de todo lo que ya sabemos y,
generalmente, es formularia y aburrida. Son más importantes la última frase de
la Introducción («por tanto, se ha llevado a cabo...») y la primera frase de la
Discusión («Nuestro estudio demuestra claramente que...»). La última frase de
la Discusión debe ser una clara exposición del mensaje del artículo (tercer
paso).
Sexto paso: escribir
Muchas personas emplean demasiado tiempo en esta
etapa, principalmente porque no sólo están escribiendo, sino también
estructurando y revisando al mismo tiempo. Si se ha establecido previamente la
estructura del artículo (como hemos sugerido en el paso anterior) se puede
escribir muy deprisa: una Introducción puede llevar no más de 10 minutos, por
ejemplo.
Lo importante en esta fase es no perder el tiempo
preocupándose por los detalles, y obtener sobre el papel un primer borrador
claro y coherente. En esta etapa es muy útil seguir el consejo del escritor
americano James Thurber: «no lo escribas bien, escríbelo simplemente»4
.
Séptimo paso: volver a escribir
Ésta es una etapa esencial del proceso.
Desgraciadamente, la mayoría de las personas la llevan a cabo muy mal, porque
emplean demasiado tiempo en los aspectos que menos importancia tienen. Así
pues, ante todo hay que plantearse las grandes preguntas (macroedición): ¿Tiene
un mensaje coherente el artículo? ¿Es adecuado el mensaje para la revista donde
se quiere publicar? ¿Está el artículo debidamente estructurado? (v. «quinto
paso»).
Después vienen los detalles (microedición). Habrá
que leer varias veces el manuscrito, centrándose en un aspecto específico cada
vez. ¿Están los datos verificados y vueltos a verificar? ¿Cuadran las cifras?
¿Se han respetado las reglas básicas de sintaxis y ortografía? ¿Se han seguido
los requisitos de las Instrucciones para autores? ¿Se han cometido erratas
tontas, como poner «pariente» en lugar de «paciente» o «moralidad» en lugar de
«mortalidad»? Es un trabajo muy tedioso, pero es necesario hacerlo.
Octavo paso: añadir los extras
Éste es un trabajo todavía más tedioso, y es
recomendable dividirlo en partes más manejables:
Referencias. Revisar el borrador y buscar las
afirmaciones del texto que necesiten ser apoyadas con referencias. Si hubiera
varios trabajos que defiendan el mismo punto con igual eficacia, es mejor
inclinarse por los que están publicados en la revista en la que se quiere
publicar o, mejor aún, por los escritos por el director de dicha revista5
.
Tablas y figuras. Presentan los datos necesarios
para apoyar el texto. Se debe consultar la revista en la que se desea publicar
para averiguar el tipo de figuras y tablas que les gusta y el estilo a seguir.
Título. Los directores de las revistas biomédicas
tienen puntos de vista diferentes para calificar lo que consideran un buen
título. A algunos les gustan los punto y comas, a otros los verbos, hay muchos
a los que les gustan los signos de interrogación. Conviene consultar números
antiguos, comprobar cuál es el estilo predominante en la revista de elección y
seguirlo. Llevará menos de un minuto.
Resumen. Conviene escribir el resumen lo más tarde
posible -y de una sola vez-. Una vez más, hay que ceñirse al estilo de la
revista en la que se quiere publicar; no llevará más de 10 minutos. Comprobar
que los contenidos del resumen son homogéneos con los del texto principal: con
mucha frecuencia existen variaciones considerables entre uno y otro6 .
Carta de presentación. Es muy importante, aunque a
menudo se pasa por alto. Es la oportunidad de vender, así que hay que explicar
al director de la revista quién es el autor principal (en el encabezamiento de
la carta, cualificaciones, etc.), qué es lo que se envía (el mensaje) y, con
cierto tacto, indicar cuáles son las razones por las que debería publicar el
artículo en su revista. Por ejemplo, si el artículo es el último de una «serie»
o debate que se viene produciendo en la revista, hay que recordarlo.
Noveno paso: revisores internos
Se puede pedir consejo informal a los colegas
acerca del artículo, pero no mucho. En vez de invitarles a que hagan tantos
comentarios como deseen, conviene centrarles sobre una tarea específica. Por
ejemplo: «¿Puedes encontrar algún error tonto aquí? ¿Hay alguna omisión
importante? ¿Crees que los lectores de la revista lo entenderán?».
Después, el artículo debe circular entre los demás
autores, una vez más pidiéndoles que realicen tareas específicas en vez de
entregarles una invitación en blanco para la crítica. Conviene recordar las
fechas límite que se acordaron en su momento (v. «tercer paso»). Hay que
intentar que toda discusión se base en la evidencia: una argumentación acerca
de si el artículo debe ser escrito en voz activa o en modo impersonal
(«descubrimos» o «se descubrió») se puede zanjar simplemente observando el
estilo que predomina en la revista en la que se quiere publicar.
Décimo paso: enviar el manuscrito
Éste es un buen momento para celebraciones, porque
a partir de ahora el asunto queda fuera del propio control. Si la parte
científica es pobre o no se ha elegido la revista adecuada (ambas cosas se
pueden evitar fácilmente, v. «tercer paso»), el artículo será rechazado. En
este caso, si la parte científica es realmente pobre y no puede mejorarse, es
mejor tirar el manuscrito a la papelera. Si el trabajo se considera
científicamente aceptable, pero aun así es rechazado, entonces se ha cometido
un error de márketing: se debe buscar una revista más adecuada y volver otra
vez al tercer paso.
Un día llegará la notificación de que el artículo
ha sido aceptado, siempre y cuando se tengan en cuenta los comentarios de los
revisores. Esto a veces es más fácil de decir que de hacer, sobre todo cuando
hay desacuerdo entre los revisores o el trabajo no ha sido bien entendido por
alguno de ellos. Es importante recordar que los revisores aconsejan al director
de la revista, de manera que hay que hacer lo que se pueda. Si se considera que
alguno de los cambios sugeridos no es procedente, hay que decirlo así al
director de la revista, explicando las razones.
Con un poco de suerte el siguiente paso será la
publicación del artículo. Ahora hay que prepararse para todo tipo de
comentarios críticos. Conviene recordar, sin embargo, que es mucho más fácil
comentar sobre algo que ya está escrito que escribirlo. Así que es también una
buena ocasión para volver a celebrarlo.
Bibliografía
5. Siebers R, Holt S.
Accuracy of references in five leading medical journals. Lancet 2000;356:1445.
[ Links ]
6. Pitkin RM, Branagan MA,
Burmeister LF. Accuracy of data in abstracts of published research articles. JAMA 1999;281:1110-1.
[ Links ]
Bibliografía recomendada
Este artículo está basado en el libro Winning the
Publications Game de Tim Albert (segunda edición, Radcliffe Medical Press,
2000). En How to Read a Paper, de Greenlagh (segunda edición, BMJ Publications
Group, 2001), se encontrarán buenos consejos acerca de cómo hacer antes de
comenzar una investigación. Para aprender a escribir con un buen estilo en inglés,
la obra clásica es The Elements of Style de Strunk y White, que va ya por la
cuarta edición (Allyn and Bacon, 2000). Acerca de la edición y el estilo,
también en inglés, es muy recomendable la obra Medical Writing: a Prescription
for Clarity, de Goodman y Edwards (segunda edición, Cambridge University Press,
1997).
© 2015 Elsevier España, S.L.
Travesera de Gracia, 17-21
08021-Barcelona, España
Tel.: 93 200 07 11
Fax: 93 209 11 36
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