LA GERENCIA POSEIDA...El Paradigma Ciego Gerencial
En la actualidad, vivimos en una época de mutaciones trascedentes, que
según Drucker (2010), son las nuevas realidades; que imperiosamente
exigen innovar con mayor rapidez, entendiendo innovación como la
inescapable adaptación al medio ambiente para lograr sobrevivir y
desarrollarse. Sin embargo, algunas personas y organizaciones están
propensas al fracaso puesto que usan paradigmas sobresimplificados e
ingenuos acerca de lo humano y acerca de las organizaciones; paradigmas
ciegos, en particular, lo que se denomina el lado oscuro o demonio,
expresión con la cual se denotan brutales hechos de la realidad, sobre
los cuales no se conversa con la profundidad requerida.
Existen algunos homo sapiens que con el tiempo, por el tiempo o por su
proyecto de vida dejan de preservar los valores, los principios y los
ideales, esta realidad hace que todo lo conviertan en patologías, por lo
tanto su vida interior, su vida familiar y su vida organizacional son
enfermas y grises. Esta rara enfermedad humana y social, puede deberse a
la acelerada evolución humana y del progreso descontrolado de la
sociedad en contextos más competitivos y exigentes y menos centrado en
el amor verdadero.
Sería interesante que cada uno de nosotros tuviéramos el interés por
evitar, detectar, neutralizar, prevenir y sanar personas de nuestro
entorno con ese tipo de patología que desde ahora se denominará: HOMO
PSICOPATICUS; el cual es un homo sapiens que se ha desconectado
completamente de sí mismo y no tiene por tanto ética alguna, vergüenza,
culpa, arrepentimiento ni conciencia, lo cual lo hace muy difícil de
distinguir y, por tanto, particularmente peligroso para el devenir de
cualquier organización y las personas que la conforman.
Se afirma que cuando el ser humano comienza a colocar barreras
interpersonales para evitar el genuino contacto humano comienzan a
aparecer demonios personales: entes que viven en nosotros, condicionan
lo que hacemos y lo que evitamos hacer pero de lo cual no somos
conscientes y a cuya conciencia nos resistimos. Partiendo de lo
planteado, el hombre, para poder sobrevivir hoy como líder es necesario
tener un santuario donde reflexionar cotidianamente sobre la jornada del
día previo, recomponer las energías emocionales y recalibrar la brújula
moral para no sentirse un impostor o como una serpiente en traje.
Ahora bien, existe una verdadera doctrina acerca de los demonios o
espíritus malignos, inicialmente aquella porción teológica que trata de
la creación y la caída de los ángeles rebeldes y de las diferentes
maneras en que estos espíritus caídos tienen permiso para tentar y
afligir a los hijos de los hombres, se afirma, que la posesión demoniaca
es como se denomina desde el punto de vista religioso a un tipo de
trastorno del comportamiento que se atribuye al apoderamiento del
espíritu del hombre por otro espíritu, generalmente uno o más demonios,
que obra en él como agente interno y unido con él. Desde el punto de
vista médico se considera un trastorno disociativo de la histeria,
comúnmente se le denomina demoniopatía o demoniomanía.
Los estudiosos de este tema consideran algunos indicadores que
pudieran considerarse como elementos demoníacos, y según los manuales e
instructivos religiosos, como el ritual romano y los manuales para
exorcistas, incluyen: memoria o personalidad «borrada», convulsiones,
respiración agónica, aversión a lo sagrado, aparición de enfermedades
sin causa aparente, acceso a conocimientos sobre sucesos distantes y
ocultos (gnosis) y a lenguajes extranjeros (glossolalia) o hablar y
entender lenguas desconocidas por el sujeto, muchas de ellas están
"muertas" (que han dejado de existir) cambios drásticos en la entonación
vocal y en la estructura facial, aparición repentina de lesiones
(arañazos, punciones y diferentes marcas), cicatrices "espontáneas" y
fuerza desproporcionada, ojos en blanco, aparición de dermografismo
(escritura del demonio en la piel de la persona, conducta violenta o
desorganizada o inhabitual y convulsiones, entre otras.
Para los pensadores católicos, el demonio se puede manifestar sobre un
plano puramente psicológico: lo hace a través de la obsesión o de las
tentaciones obsesivas, por ciertas visiones inexplicables o/y
alucinaciones; si su intervención se complica y toma la forma de
desvaríos psicológicos o sobrenaturales, entonces se tratará de una
posesión. En este caso, se podría poner en evidencia la presencia del
demonio y su imperio sobre el cuerpo del poseído. Se distinguen un
estado de calma y un estado de crisis. El estado de crisis se deduce por
las contorsiones, las explosiones de rabia, las palabras impías y
blasfemas. El poseso entra en trance, perdiendo todo control y lo más a
menudo, toda consciencia y memoria sobre lo que le está pasando
desaparece.
Cabe destacar que, si un ser humano posee una o algunas características
ya descritas anteriormente y éste a su vez tiene la bella función de
dirigir una organización o un departamento, el clima organizacional
pudiera ser referido como un infierno, puesto que el “gerente
psicopaticus o poseso” hará todo lo posible por que las personas a su
alrededor sientan lo que él siente, que concretizando puede ser: como el
individuo no siente la paz, el mantendrá conflictos entre él y sus
subordinados, entre las personas y entre los departamentos.
Otro elemento es el temor de andar solo, puesto que la soledad lleva al
hombre a reflexionar sobre sus actos donde se ha ofendido a sí mismo y a
los otros; llegando inclusive a poner en duda el valor de las
vacaciones o de cualquier tiempo libre, ésto debido a que por un largo
periodo no tendrá contacto con sus subordinados y así no podrá
complacerse viendo a los otros consumirse de rabia y desespero.
La soberbia es otro indicador, cuando el psicopaticus en el área
gerencial toma decisiones por su cargo o puesto sin tomar en
consideración que muchas veces ignora temas, procesos o procedimientos
llevando a la corporación a errores que anulan tiempo y oportunidad,
reduciendo con esto la calidad de servicio que se merece todo individuo o
grupos de individuos. Lo preocupante de esto es que muchas personas que
están a su alrededor escuchan sus disparatadas elocuencias y se callan
para no generar conflictos; lo más triste de esta realidad es que no se
enseña al que constantemente yerra.
La ira es otra característica que posee el psicopaticus, este tipo de
demonio se traduce cuando hay constantemente el apetito desordenado de
venganza, que se excita cuando cree que se le está engañando, mintiendo,
u ofendiendo real o supuestamente. La persona comienza a mostrar
movimientos inmoderados de la pasión, se irrita, cambia su faz, su voz
se vuelve más fuerte, grita, lanza improperios, busca público para que
observen su poder y su vejación, se sonroja, manotea, señala, y dispara
disparates donde el común denominador es: yo soy, yo lo digo, yo lo
decido; nadie opina, nadie concluye. De esta manera se vulnera la
caridad y la justicia dentro de cualquier organización, cuando se
destruye la moderación racional y desborda todo límite de la existencia
del prójimo
Para este tipo de situación se pueden ofrecer lineamientos espirituales,
religiosos y gerenciales, que minimicen o corrijan los efectos en el
ámbito de la organización, entre ellos se destaca la oración por el
prójimo sea como sea el psicopaticus es y tiene dignidad de hijo de
Dios. Sean muy diplomático, trátelo con mucha prudencia; trate de no
estar mucho tiempo en su presencia y así solo tendrá la comunicación
necesaria. Determine cuales son los días y horas que la persona se
sienta con mayor grado de estrés. No lleve la conversación a temas que
él desconozca o temas que son o pueden ser difíciles o controversiales.
Asimismo, utilice los mecanismos de defensas, no discuta en lo posible
con la persona en privado, trate de que haya personas que puedan ser sus
testigos; no te coloques ante él como víctima ni a la defensiva, puesto
que te está llevando a su plano patológico emocional. Trate que las
decisiones no se vean como amenazas o competencia a su intelecto o
cargo, no te desgastes en discusiones que reduzcan tu calidad de vida y
sobre todo mantén la serenidad y paz, que ni el diablo tiene derecho a
perturbarla. Si el ambiente es de una guerra gerencial, ármese de valor y
comuníquese con su superior inmediato o cualquier otra organización que
defienda los derechos humanos y laborales.
Nerio Ramírez Almarza
@nerioram
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